Tuesday, June 25, 2013

Jeannette Miller


Por Ylonka Nacidit Perdomo 
10 de junio de 2013
Escribir sobre Jeannette Miller es como evocar una gesta, no es simplemente acudir con detalles y reminiscencias a construir la manera realista e idealista con la cual la escritora definió los epílogos de su oscilación en la vida. Sabemos que la literatura es un agregado, un abatido escenario en el cual se fallece o desfallece en el escenario del mundo.
No obstante, escribir es una forma de  desenmascarar a los cuadros de una época para advertir que la existencia es una paradoja evolutiva. Jeannette es, justamente, para nosotros una voz profética, una estruendosa y relampagueante voz que llega viva para ganar- para la causa humana- la disipación definitiva de los sueños. No es solo voz de ascensión poética donde la silueta de la miseria  espiritual se coloca en un estado de sitio, sino que es una voz que señala el sonambulismo de la prístina ingenuidad de los otros.
En la República Dominicana hubo un resurgimiento de la poesía combativa en la década del setenta; su rival era solo la poesía lírica que la aventajaba, únicamente, en la concepción y recreación de los  mitos. Decidirse –como lo hizo Miller- a colocar su oído en el alma del pueblo, y no en el melodrama de los curiosos héroes evocados por los ruiseñores y carpinteros de la mentira, fue una manera de reaccionar ante la imperante manipulación de la ideología que los mediocres tratan de imponer con una severidad espantosa.
Miller no es sólo un  nombre sonoro, una poeta vestida para la trascendencia o una célebre crítica de arte es, en definitiva para nosotros, junto a Carmen Imbert-Brugal, una de las mujeres  más importantes de la intelectualidad nacional. Ella es la raíz del tiempo con una vigorosa multitud de compromisos con los otros;  un ser humano que está frente a su historia, naciendo cada día de manera auténtica en los capítulos que se escriben sobre aquellos que esculpen “las bondades” de la civilización de occidente, como si derribaran una montaña rocosa para hallar a sus pies escombros luminosos o las señales de un siglo a través de sus hombres y mujeres.
Sabemos  que aún  Jeannette tiene grandes mundos por descubrir en la escritura y que el punto culminante de su obra no tiene término, ya que entiende que no hay mejor hazaña que escribir; escribir desdeñando las sombras que se posan sobre la memoria, ahorrar tiempo, y no dejarse envolver por la anécdota cotidiana, tener una visión de los incidentes, instantes y circunstancias que son necesarios para crecer humanamente; ver en la tragedia, en la pérdida de un ser querido una conexión con la inocencia que da a la muerte el valor de lo eterno … en fin, el estado del triunfo como ser humano a Jeannette le viene dado porque no ha vivido de espaladas a la palabra ni de espaldas a la tarea de derribar las apariencias de la vida, la especulación ensimismada de los puntos cardinales y el infatigable desconcierto de la mutación de los contrarios.
Su poemario Fórmulas para combatir el miedo (1972) es una bitácora demoledora para ensayar y llevar a escena el mundo visto, instaurado, esbozado desde las arbitrariedades de un rival común: el ser humano, que todo lo destruye, que todo lo corroe, como si fuera un capricho provocar dolor al otro.
Si la historia de la literatura dominicana requiriera de un texto explícito en sus corpus sobre las fuerzas del espíritu y los contornos de su espectro, creo que este poemario de Jeannette Miller sería en cierto modo un aluvión de soplos sobre las causas que se oponen a que las máscaras de los cínicos y de los torturadores caigan al suelo. El desarrollo de este libro es la exaltación turbulenta de la tragedia griega, porque cruzan al frente de nuestros ojos con voces corales la repulsa a esa ilegítima fatalidad del despotismo impuesto.
No es casual que la inmensa declamadora y directora de teatro Maricusa Ornes, eligiera en 1982 el poema “Apabullando el aire y las caretas” de Jeannette Miller como el epílogo emblemático para lanzar al mundo la segunda generación de su grupo de Poesía Coreada en el 1er Festival Internacional de las Artes en el Centro las Artes de Puerto Rico, un espectáculo de verso, luz y movimiento basado en poemas de República Dominicana y de Puerto Rico, bajo la dirección de Ornes y música original del maestro puertorriqueño Héctor Campos Parsi, que colocó al grupo en la cima de su arte, porque la “conjunción de elementos teatrales (luces, vestuario, movimientos, gestos) en su debida proporción y perfecto balance con la palabra que transmite el drama de cada poema”, que vendría a Santo Domingo en gira para ofrecer un espectáculo estremecedor donde la voz profética de Jeannette Miller resurgía exaltada con su verso “apabullando el aire y las caretas”.
Sin embargo, la mirada esencial, desde la otredad, a ese mundo de máscaras que denuncia Jeannette, y que subraya, reflexionando sobre las interrupciones que tiene el viaje de la vida en su más reciente libro de poemas Polvo eres (2013), la encontramos describa con un desgarro alucinante en una carta-poema profética y estremecedora que la escritora Hilma Contreras le escribió el 4 de agosto de 1973, hace cuarenta años, a raíz de leer el poema de Jeannette titulado “Referencias para un drama”, un poema total, de resonancia universal,  publicado en agosto de 1973, por la autora en el periódico El Caribe.
La carta-poema de Hilma a Jeannette, que no envió  a su destinataria, permaneció inédita hasta el año 2002, cuando autoricé su publicación al historiador Orlando Inoa, editor de  la revistaXinesquema, y ahora es mi deber volver a revelarla y darla a la luz pública, una vez más, porque la misma sintetiza la grandeza literaria y la grandeza humana de Jeannette Miller.
Mi eco a un poema. Por Hilma Contreras

He querido  llamarte desde mi oficina sonora/ de aire acondicionado, un sábado de lento hastío/ en que tu poesía me ha emocionado hasta/ arrancarme a la muerte diaria.
He querido decirte que eres  mi hermana,/  que en mi admiración por tu juventud madura/ rejuvenezco yo rumiando mis remotos días/  de retama luminiscente sin dejar este presente adolorido/  de tantas horas muertas inútilmente  afanosas por nada,/  sí por nada, porque vivir en constante  ajetreo ajeno/  me llena la vida de vacío y de fúnebres tañidos,/  agonía sin tiempo viniendo desde mi silencio prenato/  a ese otro silencio profundo que me espera,/  ¿paz tal vez? ¿Olvido de tanto vivir asesinado?
Jeannette Miller, mi historia tiene un comienzo/  que empuño zozobrante, que no se pierda, que no se esfume, /  que continúe cantando entre lágrimas y sol dentro de mí/  hasta culminar en mi hermoso canto de cisne. /  De lo contrario me hundiré en el movedizo pantano/  de palabras sucias y sangre profanada de este sórdido mundo.
De un manotazo limpié mi mesa de su deprimente trabajo/  oficinesco para leerte, Jeannette, para sentir una vez más/  mi admiración por tu desgarrado talento y oírme vibrar/  interiormente de emoción, de alegría y tristeza. /  Gracias Jeannette.
Santo Domingo, 4 de agosto, 1973.
Referencias Para un Drama. Por Jeannette Miller
-1-
Esta mi patria loca, / de soles apergaminados/ y sombreros enormes que sostienen el calor y la lluvia.
Esta patria de casas sonrientes, / de caminos de árboles, / de trillos oscuros a mitad de mañana/ donde la humedad permanece indiferente./ Los ojos han comenzado a doblar temprano,/ han caído en charcos de pétalos marchitos,/ en el polvo de techos escondidos/ aguantando cilindros,/ la carga de este viento silbante que marca las horas./ Desconocidos ríos encienden la pradera,  pinos felices/ y framboyán amargo, / asesinados por el sueño y la distancia. / Comida por el odio, / por el peso del metal innecesario, / hoyada de dolor reparte el cielo, / su llanto de pez  aletargado. / Este carro  de horror, sin aspavientos, / esta introducción al ávido vivir morirá mañana, / es ella, / la sabida, / mi patria triste y loca/ fabricando su llanto.
-2-
El hombre gris penetra la mañana sin sonrisas/ con su redonda cabeza de metal/ y su vestido de noche nueva. / Encima de un potro crujiente desembocó del humo, / vino de las montañas a conocer el mundo, / la ciudad de letreros brillantes, / la música mecánica, / las casas con jardines y largas avenidas. / El hombre gris vive pensando en los cuerpos que no pueden asirse.
Comenzó muy temprano. / Antes de salir el alba ya había recogido corazones, / zapatos con dueño, / pulseras de oro, / dientes como el polvo. / Ahora, / con su cara de odio y de dolor/ sigue oyendo el llanto de las madres desoladas, / recordando esa muerte que no es suya. /  Odiado por  los hombres, / por los hijos sin padre, / por las palabras diarias, / el hombre gris/ embiste cada día aguardando la muerte.
-3-
Hoy no es un sábado cualquiera, / casi no puedo distinguir mi imagen en el vidrio. / Los limosneros en bandada, / como batallones fieros acosan transeúntes. / Camino como cuerda loca, / mujer en esta multitud que no es multitud. / Organizo mi tiempo/ sin poder distinguir las desfiguradas flores de polyester. / El calor es un carajo pegajoso, / insistente como la vida. / Trato de hacerlo todo rápido, / correr las calles, / llegar al banco, / meter el grito de abstinencia que son mis ahorros esporádicos, / espaciados entre dolor y dolor, / entre sol y sol, / entre no comer o no vestir tal cosa. / La frente ya se me devuelve partida por el tiempo. / Mantengo mi gesto de batalla. / Que no me hablen. / Que ni me miren. / Que no me reconozcan. / Las imágenes fijas, / increíbles en un día de polvo y sol como otros tantos/ se agolpan como recortes sórdidos. /  HATO MAYOR-ANTI ACNE/ ZARIGUEYAS-SANGRE/ NUBES-CAFÉ/COSMOPOLITAN-MUERTE/ PELUQUERIA-IROSINDE/ CALIFICACIONES-ESTREÑIMIENTO./ Y me empuja una mujerzota agria/ que probablemente paga el agua por las latas. / Le tiro una mirada matadora/ y me sorprendo. / Entonces calibro el olor que la circunda, / su agrio perfume de continua abstinencia. / La huelo. / La veo. / Racionada en el baño, / racionada en la expresión, / racionada en el amor…/ Pero quizás a ella no le preocupe el amor. / A mí tampoco.
-4-
Del lado de la sombra se sientan los fruteros, / los que venden periódicos, / paleteros, / y alguno que otro hombre/ con los dedos cuarteados de caminar pidiendo. / Del lado de la sombra me decido, / oculto mis recuerdos, / el pasado en que sólo veía/ hoy, / firme, / brillante, / lleno de sorpresas que han resultado mierda. / Este temor a los rincones de la ciudad/ que ya resultan estrecho de tanto vicio.  Me canso de cansarme, / de creer que todavía vale la pena/ voltear la cara o la sonrisa hacia la vida. / Me canso de los saludos fríos, / de las esquelas mortuorias, /  esos cuencos sorpresivos que me tocan son derecho al llanto. / De lado de la sombra me sitúo/ sin oídos, / ni alegría, no ojos, / esperando mi definitivo tiempo.
-5-
Ahora que “invierno” es producto del delirio, /  me asomo al balcón/ y veo viejos venerables desfilar/ tras revistas pornográficas. / Vuelvo presurosa la vista/ y ordeno algunos nombres que no quiero nombrar, / como un recurso contra los atardeceres, / amigos ocupados me empujan a tener que escribir/ esto. / Ahora, / decidida, / casi treinta años y una constante búsqueda de muerte, / prefiero diluirme en el humo mañanero/ y escapar de la sucia realidad que veo.
-6-
El hombre que conozco/ camina cada día debajo de un saco que pierde los colores, / tiene el cuello limpio y diluido, / sentado en el medio de un “morris” resistente/ paga sus 15 ó 20 de manera tranquila, / mientras con disimulo/ seca el sudor en sus dedos cruzados.
-7-
A la hora de las dos, / cuando el sol deposita en troneras de silencio/ su paso de cenizas. / Aquí, / mezo mi corazón/ entre las copas casi raquíticas de los framboyanes. / De paseo por esta cuadra conocida, / donde tanta existencia se fue acumulando sin apercibirnos, / oigo la voz del  líder/ interrumpida por un fonógrafo inocente. / Mi cabeza es un nido de cielo y silencio. / Las  gaviotas ausentes/ se esconden en los ahumados parpadeos/ de este día con horas. / Cada historia necesita un comienzo. Que sea éste… http://www.acento.com.do/index.php/blog/9548/78/Jeannette-Miller.html
El Caribe. Santo Domingo,1973.