En República Dominicana hablar de Ylonka
Nacidit Perdomo es hablar de muchas cosas. Escritora, investigadora, periodista
y activista cultural, promotora de la literatura femenina dominicana, persona solidaria
y desinteresada en cuanto a compartir sus hallazgos… estas y otras cualidades
la ponen presente en un medio cada vez menos dado a la lectura.
Pero a Ylonka eso no le quita el sueño;
ella, como muchos otros, entre quienes me encuentro, sin despreciar el texto
digital, cree en la permanencia
del libro impreso, pues recordando una frase del español Carlos Bousoño: “un solo lector justifica el
trabajo literario”.
Y es así, porque todo el que escribe lo
hace inicialmente para sacar cosas que tiene dentro, que le oprimen, y que
forman parte de su esencia como ser humano,
Durante el proceso de la escritura esta
necesidad inicial va atrayendo recuerdos y vivencias afines, como cuando se
tira una piedra en un estanque y va formando círculos concéntricos que se
amplían, por lo que un escrito, aunque esté inspirado en determinada realidad,
nunca es esa realidad, pues ya, al ser libro, resulta ser una realidad
independiente.
En esta ocasión, después de haber
desenterrado a importantes figuras de nuestras letras, y el mejor ejemplo es el
caso de Hilma Contreras. Ylonka publica un libro de su autoría, que excede el
formato de sus libros anteriores, y que como siempre, resulta ser una edición
bellamente cuidada, en la que las viñetas que acompañan a los números de página
flotan como un valor visual independiente.
El libro tiene un nombre poético y
sugerente: Dentro del bosque. Y está
formado por lo que la autora denomina Soliloquios, ideas atrapadas al azar y
que luego presentan un hilo conductor que las unifica: una preocupación
profunda y descarnada, sobre la vida y la muerte, la fe y la rebeldía,
disconformidad ante lo que no acabamos de comprender o aceptar.
Dedicado a Silvia Troncoso, declamadora,
directora del Teatro Nacional…a quien recuerdo con admiración y aprecio, Silvia
es la amiga que fallece a destiempo consciente del proceso que la va socavando
y este proceso es compartido con Ylonka mediante conversaciones, donde sombras
y luces forman un tejido inseparable, similar al que proyectan los árboles enormes
y frondosos a la hora del mediodía.
Los primeros textos de Ylonka aluden a la creación bíblica del
mundo, cito:
“La
tierra por doquier era un ámbar dorado;
era
una severa escultura de criaturas dibujada
para
el temible castigo de los siglos
donde solo el árbol, el árbol espectral,
sería
fértil.
Pasaron
los siglos, y llegó el día viernes,
y
el viernes trajo
al
sueño empinado sobre una esfera.
En
la esfera
la
lluvia danzaba tratando de romper las entrañas del mundo cotidiano, llevaba
dentro de sílos brazos de un Dios que había estado en reposo
desde
el instante de la plena conciencia.”
A
partir de aquí Ylonka va abriendo su Caja de Pandora, llena de ideas que ella
misma desconocía…
Y la escritora continúa escarbando.
Cito:
“Desde que
Dios habita en los cielos
las preguntas han quedado sin
respuestas;
solo podemos tener días
en los
cuales la historia se evapora en el mito
y en las
ceremonias de la idealidad.”
Pero el amor incuestionable, ese que comienza con la entrega, con el
abandono al Creador y a su voluntad, un abandono que ya no tiene preguntas,
definido por la aceptación, es el
único estado que nos puede llevar a la paz.
Aunque este proceso no es fácil, hay que
pelearlo, trabajarlo, penetrarlo, e Ylonka lo hace con símbolos como el círculo
refiriendo a la eternidad, o reiterando la caída de la tarde como el inicio de
la muerte.
Y el bosque permanente, inmutable, que
nos ampara o que nos asfixia, la dualidad de la existencia, pero ante todo,
como en el caso de Ylonka, el atisbo de una verdad no desentrañada a la que
sólo podemos acceder cuando renunciamos a todo.
Dentro
del bosque es un libro
sumamente importante en la carrera de Ylonka Nacidit, y un punto de referencia
para la literatura dominicana hecha por mujeres. En estos textos la autora se
percibe como la escritora culta y angustiada, que utiliza un lenguaje apretado
de imágenes que muchas veces nos lleva a las profundidades de su ser. De ahí
que este libro, se meta en los
vericuetos de la filosofía existencial, utilice recursos propios de neo
conceptismo, para arribar a la luz de la fé, una fé que la lleva a arrebatos de
misticismo.
Ylonka Nacidit define mejor que nadie
sus latidos cuando escribe el texto Anhelos.
Cito:
“He querido levantar una catedral de anhelos
donde una
sola mujer pida a Dios mirar a sus criaturas
para honrarlas con la noble dignidad de la
vida.
Mi catedral
no se construirá en suelo alguno,
no será un
lugar para expurgar los miedos,
no tendrá
vitrales
ni sus
techos serán aparentemente inalcanzables;
estará
despojada de los estallidos
de
florescencia;
no tendrá
símbolos de
realeza,
no será un
tesoro deslumbrante de enormes
proporciones
arquitectónicas,
ni aún con columnas ni losas color gris;
no será de suntuosos relicarios.
…una
catedral incierta, desconocida para los
orfebres,
la haré en
la primavera;
la
levantaré sin subordinarme
al conjunto
de las mentiras que tejen
los que
custodian las púrpuras togas;
esta catedral
–que los creyentes no verán–
es para hacer
llorar al espíritu humano,
ese
espíritu que necesita alcanzar la luz
sin
hallarse en un ábside de reminiscencias."
Antes de conocer los textos de Thomas
Merton -monje cisterciense, considerado como uno de los grandes místicos del S.
XX- mi acercamiento a Dios trataba
de buscar explicaciones, razones, imágenes de referencia cuando trataba de orar, hasta que al fin pude
asumir que todo existe en su gran amor y que todo y todos somos Él.
El libro de Ylonka Nacidit Perdomo puede
acercarnos a estos conceptos, y abrir nuestros corazones a un
totalidad armónica donde el único recurso para subsistir es el amor.
Jeannette Miller